AMÉRICA LATINA
Campaña de Desinversión en Minería
Una respuesta al dolor de las comunidades y al grito de la Madre Tierra
En muchos países de Latinoamérica, la minería es vista como el motor del desarrollo; los gobiernos, cualquiera sea su tendencia política, la promueven reduciendo impuestos, facilitando la inversión, flexibilizando las leyes, entregándoles territorios. Sin embargo, la minería no representa para los pueblos una real mejora en sus condiciones de vida: se violan los derechos, se dividen las comunidades, se debilitan las democracias, se contaminan las aguas, se afectan las economías locales, las culturas, los territorios, la salud y las generaciones futuras. Los proyectos generalmente se imponen sin participación, consulta previa y, en muchos casos, con la oposición de las comunidades.
Daniela Andrade – red Iglesias y Minería
Después de 12 años de explotación minera, la Mina Marlin, en Guatemala, deja una localidad fragmentada, fuentes de agua envenenadas, una tierra herida, hambre y desempleo, un poder político servil y cómplice y muchas más pruebas de que la minería está muy lejos de ser ese sueño de desarrollo y progreso. “Se llevaron el oro de nuestras tierras. Y ahora nuestros manantiales de agua están afectados. Nuestras casas están agrietadas, y tenemos enfermedades en la piel. Y ahora la empresa se marcha. Han obtenido buenos beneficios con lo que llevaron de San Miguel a Canadá. Y nosotros, nos quedamos con el daño que se ha hecho.” Comenta Crisanta López – líder de la Resistencia de la Mina Marlin La resistencia de un sector de la población sigue exigiendo justicia, sigue exigiendo garantías para poder vivir sanos en la tierra donde crecieron libremente sus abuelos. Exigen un futuro sano y digno para que sus generaciones puedan existir.
En la Carta Encíclica Laudato Si' sobre el cuidado de la Casa Común, el Papa Francisco invita a buscar otras maneras de entender la economía y el progreso. El Santo Padre hace una advertencia sobre el capitalismo que depreda el Planeta, debido a formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. Según Francisco, se trata de modelos que asfixian la economía real, pensando todo el desarrollo en función del beneficio (cf. LS 6, 16, 35, 110).
En muchos países de Latinoamérica, la minería es vista como el motor del desarrollo; los gobiernos, cualquiera sea su tendencia política, la promueven reduciendo impuestos, facilitando la inversión, flexibilizando las leyes, entregándoles territorios. Sin embargo, la minería no representa para los pueblos una real mejora en sus condiciones de vida: se violan los derechos, se dividen las comunidades, se debilitan las democracias, se contaminan las aguas, se afectan las economías locales, las culturas, los territorios, la salud y las generaciones futuras. Los proyectos generalmente se imponen sin participación, consulta previa y, en muchos casos, con la oposición de las comunidades.
Con el impulso de la llamada del Papa y atentos a los gritos de la madre tierra y de las comunidades, la Red Iglesias y Minería quiere contribuir a la construcción de otros modelos económicos que superen el principio de la maximización del beneficio, mediante una lógica de extracción ilimitada de la Madre Tierra.
La campaña de Desinversión en Minería es una respuesta concreta y alternativa, para promover acciones éticas y coherentes al interior de las propias iglesias, casa adentro. Dialogar, debatir y reflexionar sobre la Economía y el Extractivismo es urgente y necesario para las acciones pastorales. Como ya interpela el documento final del Sínodo para la Amazonía: Tal vez no podamos modificar inmediatamente el modelo de un desarrollo destructivo y extractivista imperante, pero, sí tenemos la necesidad de saber y dejar en claro: ¿Dónde nos ubicamos? ¿al lado de quién estamos? ¿qué perspectiva asumimos?
El mundo financiero está controlado por grupos muy poderosos y centralizados, que concentran la gestión de los valores económicos de las empresas transnacionales del mundo. Son los grupos responsables de los dramáticos cambios de precios de los productos básicos en toda la economía mundial. Contribuyen poco a la "economía real”, porque se trata de instituciones que no producen: manejan papeles financieros, flujos de información o intermediación de commodities.
La Desinversión en Minería es una herramienta que busca maneras de hacer incidencia y hacer escuchar la vida y las reivindicaciones de los pueblos y la naturaleza. Es un acto de coherencia ética al interior de la Iglesia, que permite ir junto, en nombre de y a lado de muchas comunidades que sufren los impactos del extractivismo. Considerar la desinversión sirve también para mostrar cuanto, hoy, la financierización de la economía está alejando cada vez más la economía de la gestión del bien común. La mayoría de las organizaciones de fe intentan cuidar de la ética en el uso de su dinero. Generalmente, ponen recursos en fondos de inversión manejados por un administrador, bajo políticas de responsabilidad social y criterios éticos. Dentro de los paquetes accionarios, no pocas veces se encuentran inversiones en empresas mineras con malas prácticas, que probablemente no son conocidas por los inversionistas. Por ello, la campaña intenta dar a conocer las violaciones a estas organizaciones y advertirlas para que no apoyen, directa o indirectamente, con su dinero, a las empresas responsables. Queremos hacer este nexo entre las comunidades que sufren y las empresas que generan este sufrimiento, reconociendo que nuestras prácticas con el uso de nuestro dinero, u omisiones en las mismas, pueden generar violencia financiera y contribuir a ese sistema de muerte que queremos transformar.
En este sentido, la Campaña de Desinversión en Minería dialoga con las congregaciones religiosas, las diócesis de la Iglesia Católica, las instituciones de otras iglesias cristianas y otros grupos religiosos.
El retiro del dinero no es lo único, ni el principal objetivo. La campaña busca, sobre todo, que las iglesias conozcan y escuchen el grito de las comunidades afectadas por la minería. Que comprendan las estrategias y prácticas utilizadas por las empresas para obtener la licencia legal y social para sus operaciones. Y que las iglesias estén vigilantes con respecto a las tentativas de seducción operadas por las corporaciones, intentando “comprar” su apoyo y bendición.
La campaña de Desinversión en Minería busca acompañar a las organizaciones de fe, en su compromiso por finanzas justas y éticas, brinda asesoría, instrumentos técnicos, alternativas concretas y posibilidades de sumarse para lograr una transformación dentro de nuestra Iglesias.
“A veces en la Iglesia, somos mirados como agentes neutros, que ayudan a pacificar conflictos. La paz y el diálogo son efectivos, si validan y parten de la opción de las víctimas. Es difícil posicionarse neutral cuando hay una violencia o injusticia.” Afirma el p. Dario Bossi, que acompañó muchos años una dura realidad de extractivismo minero en Brasil. Monseñor Vicente Ferreira, obispo que acompaña a la población de Brumadinho, terriblemente afectada por el derrame de lodo tóxico que enterró a familias, y que aún vive el luto de sus desparecidos, habla sobre la desprotección y la injusticia. “El gobierno hace acuerdos por encima del dolor de las comunidades, para servir a los intereses de las multinacionales criminales. Lo que mantiene nuestra fuerza en la profecía son los cuerpos heridos de nuestros hermanos, estamos heridos con ellos. No podemos negar nuestra presencia. Somos un cuerpo herido, pero un cuerpo de profecía”.
Daniela Andrade – red Iglesias y Minería