Misioneros Combonianos - Ecuador

San Lorenzo

Parroquia San Lorenzo Apdo. 08-01-0065 ESMERALDAS (Ecuador) tel. +593-6/278.0238 
PARROQUIA fundada el 4 de noviembre de  1955. Dedicada a San Lorenzo. Diócesis de Esmeraldas. 
P. Cabascango Ulcuango Félix Angel sup. 
Hno. Foglio Giuseppe 
P. Poletto Ottorino 
 

Misión entre afrodescendientes

El P. Serafín Kakwata Kingwaya es un joven misionero comboniano nacido en Kinshasa, capital de la República Democrática de Congo. Desde hace casi tres años, se encuentra compartiendo su vida con los habitantes de la misión de San Lorenzo, en el vicariato apostólico de Esmeraldas, en Ecuador, que son mayoritariamente afrodescendientes.
Por P. Francisco Carrera

Cuando el P. Serafín llegó a Ecuador a principios de 2014, fue enviado por unos pocos meses a la comunidad del centro afro que los misioneros combonianos tienen en la ciudad de Guayaquil. Allí estudió tres meses de español y también ayudó un poco en la parroquia de San José, en el barrio de Las Malvinas. 
El padre se siente muy muy agradecido a la provincia comboniana de Ecuador, que lo acogió con las manos abiertas. El haber llegado a Ecuador fue para él como un sueño hecho realidad, porque al final del primer año de estudio de la teología en el escolasticado de Roma, fue a hacer una experiencia en la comunidad comboniana de Padua. Allí encontró al P. Enzo Ballazo, con quien hizo animación misionera en las parroquias de la zona. El P. Enzo hablaba mucho y muy bien de la provincia de Ecuador, especialmente de la presencia comboniana en Esmeraldas y, más concretamente en San Lorenzo. Escuchando todo eso, empezó a nacer en Serafín el deseo de ir a trabajar a Ecuador cuando terminara su preparación teológica. Por eso, cuando concluyó sus estudios, pidió a los superiores que lo enviaran a Ecuador para dedicarse a la misión entre el pueblo afroecuatoriano.
Cuando fue ordenado sacerdote en 2005, los superiores le pidieron que se quedara por un tiempo en su país de origen,  para trabajar en la formación de aspirantes combonianos, en la promoción de las vocaciones y ayudando los domingos como vicario en una parroquia que los combonianos tienen en Kinshasa. Aunque  su deseo habría sido partir inmediatamente a una misión fuera del Congo, el P. Serafín aceptó con gusto ese servicio que se le encomendaba y se dedicó a él con el entusiasmo que le caracteriza.

Pastoral rural
Después de ocho años de trabajo en su país, y tras mucha insistencia por su parte, los superiores lo enviaron finalmente a Ecuador, con lo que se cumplía la primera parte de su sueño. La segunda parte se hizo también realidad cuando supo que iba destinado precisamente a San Lorenzo, donde podría dedicar su vida misionera a los descendientes de aquellos africanos –como él mismo– que fueron obligados a abandonar su continente y llegaron a América como esclavos.  
Desde el principio de su llegada a San Lorenzo, el P. Serafín quedó especialmente encargado de la atención a las comunidades del campo. La ciudad constituye el centro de la parroquia, con catorce capillas en los barrios adyacentes. Además de eso, la parroquia cuenta con 23 comunidades en las zonas rurales; algunas de esas comunidades están junto al mar y las otras a lo largo de la carretera, y sus miembros son afroecuatorianos y también indígenas.
La tarea del P. Serafín consiste en hacerse presente en esas comunidades, visitar a las familias y a los enfermos, organizar la formación de los líderes, celebrar la Eucaristía, administrar los demás sacramentos y promover proyectos de desarrollo –escuelas, dispensarios, cooperativas, etc.– en los lugares en que son necesarios. El joven misionero no escatima esfuerzos para llegar hasta las veredas más lejanas, cruzando ríos y adentrándose por senderos embarrados. Para él, los habitantes de los ranchitos dispersos por la selva también son merecedores de la atención de la misión.

Pastoral urbana y desarrollo humano
El P. Serafín dedica los fines de semana a las comunidades del campo, pero durante el resto de la semana –de lunes a viernes–  permanece en la ciudad de San Lorenzo, asistiendo  al párroco en la pastoral urbana. Allí colabora en las celebraciones y visita a las familias del centro de la parroquia en sus casas, especialmente a los enfermos. También acompaña a los jóvenes, animando a un grupo juvenil afro que cuenta con más de 40 miembros.
El misionero destaca que la población de San Lorenzo es muy religiosa, con muchas devociones y prácticas de religiosidad popular, tanto entre los afros como entre los indígenas. Como misioneros, los Combonianos de la parroquia acompañan esas manifestaciones con respeto y aprecio, porque están arraigadas en lo más profundo del alma de estos pueblos. Asimismo, ayudan a purificar algunos aspectos “oscuros” de esa religiosidad –como ciertas supersticiones–  mediante la evangelización y la educación.
El P. Serafín explica que los misioneros que han pasado por San Lorenzo desde su fundación en 1955 han hecho una gran labor de primera evangelización y formación de líderes. Casi todas las comunidades, tanto del campo como de la ciudad, cuentan con sus guías y catequistas. Eso quiere decir que los laicos han recibido una buena formación y pueden llevar adelante la vida de esas comunidades sin la presencia constante de los padres.
Desde el principio de su presencia en Esmeraldas (1955), los misioneros combonianos han hecho un inmenso trabajo de promoción humana, con la construcción de escuelas, dispensarios y hospitales. La educación y la salud han formado parte –y continúan haciéndolo– de la tarea evangelizadora en todo el vicariato apostólico. Los misioneros fueron pioneros en esos campos.
A nivel social y económico, Ecuador en general, y San Lorenzo en particular, están experimentando importantes mejoras desde hace unos años. Los servicios públicos de educación y salud son buenos y gratuitos; las infraestructuras viarias también han mejorado enormemente en los últimos años, de manera que ahora se puede ir por carretera de Esmeraldas a Quito, la capital del país, rápidamente y sin problemas.

Desafíos
“No obstante los avances sociales y económicos –matiza el P. Serafín– en Esmeraldas y San Lorenzo también nos enfrentamos a algunos desafíos importantes. Nos encontramos en una provincia fronteriza con Colombia, que ha sufrido más de 50 años de conflicto interno. La zona se caracteriza por la violencia, el tráfico de drogas, la proliferación de armas, la prostitución, etc. Todo esto afecta en gran medida a nuestra gente, que vive en medio de una gran inseguridad. Esperamos que los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC contribuyan también a pacificar esta parte de la frontera.”
El misionero también identifica otro desafío importante: la defensa del medioambiente. Según él, la zona ha sido una importante reserva forestal hasta hace unos años, pero ahora está sufriendo una gran deforestación debido a la explotación ilegal de la madera y la expansión de plantaciones de palma africana. La minería ilegal, además de contribuir a la deforestación, está contaminando los ríos de la zona.
Los combonianos de San Lorenzo se han visto obligados a denunciar esa destrucción, que pone en peligro el futuro de los habitantes de la provincia por generaciones. Eso les ha acarreado problemas con algunos grupos, queles envían cartas anónimas amenazantes.
A pesar de los desafíos y problemas, el P. Serafín manifiesta me siente muy contento de vivir su vocación misionera en San Lorenzo: “Vine aquí en respuesta a la invitación de Cristo que me llamó a la vida misionera; por eso dejé mi patria, mi familia y mis amigos. También significa mucho para mí el estar compartiendo la vida y el mensaje de Jesús con la población afroecuatoriana, con la que comparto un origen común.”